"DESDE SIEMPRE ME MARAVILLARON LOS AFICHES DE TOULOUSE LAUTREC, TENGO AHORA LA OPORTUNIDAD A TRAVÉS DE INTERNET PODER AVERIGUAR EL ORIGEN DE ESTE ARTE, EL DE LOS "POSTERS" ESPERO QUE NO SOLO SIGNIFIQUE UN PLACER PARA MI SINO QUE TAMBIÉN LO SEA PARA QUIEN QUIERA COMPARTIRLO CONMIGO.-

4.5.07



EL CARTEL EN EL SIGLO. XIX


:NACIMIENTO Y PRIMER DESARROLLO


El nacimiento del cartel moderno es una consecuencia de varios factores económicos, urbanísticos y estéticos. La necesidad de ampliar los mercados para ciertos productos, estimula el desarrollo de mensajes publicitarios más eficaces que puedan ser percibidos por todos y que resulten agradables para el espectador.
La calle, cada vez más móvil y multitudinaria, es el lugar ideal donde una serie de grandes pliegos de papel, ingeniosamente coloreados, pueden hacer eficaz el anuncio. El cartel, por tanto, reúne una serie de requisitos que han permanecido prácticamente invariables hasta nuestros días:

1) Está realizado para su reproducción masiva en copias mecánicas idénticas entre sí.

2) Presenta una integración de texto e imagen, de tal modo que cada uno de estos dos elementos se interrelaciona y se subordina a un mensaje predominante.

3) Las copias tienen un tama­ño relativamente grande que permite la contemplación de varios espectadores a la vez.
Todas estas características están ya presentes en la obra de Jules Chéret (1836-1933) que fue el primero en producir sistemáticamente, desde 1866, grandes carteles litográficos en color. Utilizaba sus propias prensas dibujando él mismo, directamente, sobre la piedra litográfica, con lo cual se diferencia de los diseñadores posteriores que suministran un modelo para ser reproducido por medios fotomecánicos. El estilo de Chéret se inspira en el de los grandes maestros de la pintura barroca (Tiépolo en especial), y es muy significativa su consideración del cartel como mural excelente antes que como forma publicitaria eficaz. A esta sensibilidad de muralista añadió una gran capacidad para captar el idioma gráfico popular; su búsqueda del dinamismo y la habilidad para sugerirnos, con medios lineales y tintas planas, la tercera dimensión, constituyen rasgos distintivos de su obra: Bal Valentirlo (1868), Les Girard (1879), Carnaval 1894, Théatre de l'Opera (1893), etc.
El impacto de estos carteles fue muy grande; importantes artistas de finales de siglo hacen incursiones en el nuevo medio expresivo. Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901) no utilizó el cartel sólo como medio publicitario, sino que proyectó en él su propia experiencia personal dramática y compleja; en Divan Japonais (1893) retrata a su amiga Jane Avril en todos sus otros carteles (hizo 31 a lo largo de su vida) acentúa el elemento caricaturesco y el abocetado, concediendo al rotulado una importancia muy secundaria. Las "vanguardias" están presentes también en otros cartelistas como el español Ramón Casas (1866-1932) que hace con su célebre Arlís del Mono (1898) una obra de cierto aire surrealista.
Pero las grandes aportaciones proceden de los especialistas. Hacia 1890, el cartel apasiona tanto que surgen coleccionistas fanáticos capaces de arrancar de las calles las obras que más admiran. Para ellos se organizan exposiciones, se hacen ediciones extraordinarias y se publican revistas especializadas. Es el momento culminante del modernismo que, con su pasión por las artes aplicadas, va a llevar al nuevo medio a un desarrollo prodigioso. La misma dualidad que señalábamos en la arquitectura reaparece en el cartel: el modernismo curvilíneo y orgánico va a ser cultivado por unos, mientras que otra tendencia geométrica será desarrollada con preferencia en los países de habla alemana.
Alphonse Mucha (1860-1930) es el mejor representante de la primera corriente. Sus carteles más célebres muestran a la actriz Sarah Bernhardt con sus largos cabellos flo­tantes, sus joyas exóticas, y sus vestidos legendarios plagados de una fauna maravillosa (ejemplos: Gismoda, 1894, Salon des cent, 1896; Papier Job, 1897...). La popularidad de Mucha fue enorme y le llovieron tantos encargos que, desde 1897, recurre a una serie de ayudantes especializados.
En la misma línea trabajó el británico Aubrey Beardsley (1872­1898), gran ilustrador, extraordinariamente refinado, que traducía a una cierta atmósfera fatalista las incurvaciones del grabado japonés. Su estilo fue muy imitado en Estados Unidos ? especialmente por Will Bradley (1868-1962), que es el principal representante del modernismo en ese país; sus diseños para The Chap Book, con atrevidas combinaciones de colores (rojo, negros, verdes...) eran tan parecidos a los Beardsley que justificaban la iro­nía común en la época: "¿Esto lo ha hecho el "B" inglés o el americano?"
Pero la mayor aportación anglo­sajona al lenguaje moderno del cartel procede de William Nicholson y James Pryde que se asociaron en 1893 adoptando el nombre común de Beggarstaff Brothers (Hermanos Beggarstaff). Sus obras son excepcionales por su simplicidad y por hacer que el plano de color, sin las líneas negras de los bordes, defina las figuras y el rotulado (Girlon a Sofa, 1895; Lyceum Don Quixote, 1896; Rowntree's Elect Cocoa, 1900,...). Al abandonar la corriente curvilínea del "art nouveau", se en­cuentran más cerca de algunos car­telistas centroeuropeos como Klimt, Moser Roller, etc. De este ambiente surgen diseñadores de transición como Olaf Gulbransson (1873-1958) y Emil Pretorius que anuncian ciertas formas racionalistas del período de entreguerras.


J.M. Azcárate, A. E. Pérez y J.A. Ramírez.- Historia del Arte.Ed. Anaya. Madrid. 1995. Págs. 543-

1 comentario:

Anónimo dijo...

eo me ha encantado tu blog, la verdad es que estoy aciendo un trabajo del cartel y toda esta informacion me servirá de mucho. MUCHISSIMAS GRÀCIAS, hay información super interesante