"DESDE SIEMPRE ME MARAVILLARON LOS AFICHES DE TOULOUSE LAUTREC, TENGO AHORA LA OPORTUNIDAD A TRAVÉS DE INTERNET PODER AVERIGUAR EL ORIGEN DE ESTE ARTE, EL DE LOS "POSTERS" ESPERO QUE NO SOLO SIGNIFIQUE UN PLACER PARA MI SINO QUE TAMBIÉN LO SEA PARA QUIEN QUIERA COMPARTIRLO CONMIGO.-

4.5.07


HISTORIA DE LOS AFICHES


La historia del afiche cinematográfico se remonta a los orígenes del cine mismo, como un medio de comunicación simple, popular y directo. Su mensaje puede ser solamente informativo o bien incluir elementos persuasivos, provocativos o tentadores y, tanto su evolución formal como la de sus contenidos, ha sido determinada por los contextos sociopolíticos o económicos de cada época, por las grandes corrientes artísticas, así como, por la evolución de la industria cinematográfica en sí misma. No es en vano que movimientos como el expresionismo alemán o el surrealismo, así como la Revolución Soviética y, en los años sesenta, la Revolución cubana, la nouvelle vague, la corriente estética polaca o el arte pop, resulten sus momentos más creativos.En los primeros afiches de los hermanos Lumiére vemos al público sentado frente a la pantalla; claro, el espectáculo en sí mismo era el objeto de atención. Pasada la primera época de registros documentales, la aparición del cine de ficción traslada el objeto a los contenidos temáticos y contextuales que permiten acceder inmediatamente a los contenidos del film. Luego, con la aparición del star-system, el objeto es la estrella y ellos se convierten en el tema central de los carteles, dejando en segundo plano los contenidos. Con la aparición del cine de autor y el arte pop, desde la década del sesenta, la atención se centra en el realizador, en el film mismo y, también, en el diseño estético del cartel. Más tarde, todos estos elementos se alternan o superponen según los diferentes tipos de expresiones cinematográficas, resaltando los elementos más vendedores de cada producción en particular.Mediante dibujos, fotomontajes o diseños abstractos, los afiches invadieron los espacios urbanos intentando mostrar un mensaje para el público que abriera espacios a las manifestaciones artísticas asociadas. Pero los afiches, aunque para este galicismo tenemos el castizo cartel, no sólo publicitan eventos de tipo farandulero, sino que también han sido, a lo largo de la historia, un elemento de comunicación, de llamado, de incitación, convirtiéndose esta manifestación gráfica en un arte.El comienzo de la historia de los carteles puede asociarse desde muy antiguo con las representaciones pictóricas que en distintos períodos de la historia se utilizaron para comunicar eventos, realzar figuras y representar sucesos de impacto social.Es así como encontramos varias inscripciones egipcias o sumerias. También los griegos hacían un uso similar al cartel al utilizar tablas de piedra grabadas para difundir sus textos oficiales y rodillos para anuncios. Más tarde, los romanos heredarían esta costumbre aunque introducirían el bronce, constituyendo una especie de muro encalado, dividido en rectángulos, donde insertaban los anuncios de los espectáculos.Pero el cartel no apareció como tal en Europa hasta el siglo XVI cuando comenzaron a aparecer calendarios y almanaques impresos. En 1630 varias ciudades europeas tenían ya periódicos. Pese a ello, el origen del cartel se puede hacer coincidir con la instauración de la libertad de prensa. Ya en la Revolución Francesa fue utilizado por los dos bandos como batalla de papel. El cartel tipográfico no aparecería hasta 1793.Sin embargo, no podemos decir que antes del siglo XIX exista un concepto del afiche como tal, ya que obras de ilustradores improvisados en cartelistas, no alcanzarán el título de categoría hasta la aparición del "padre del cartel moderno", como se conoce a Jules Chéret.Jules Chéret (París, 1836-Niza, 1932) dio inicio al cartel artístico cuando imprimió litografías en color con su propia prensa, allá por 1870. Junto con Alphonso Mucha inventaron los pósters del Art Nouveau en París, sin olvidar las postales "picaronas" del austríaco Raphael Kirchner.Hacia la última década del siglo esta práctica se enriquece con algunas insignes colaboraciones, entre las que destaca la de Henri de Toulouse-Lautrec, cuyo inquieto y magistral trazo marcó en el cartel una profunda y duradera huella. El lápiz graso, más cálido que el buril, es capaz de transportar sobre la piedra o plancha litógráficas el rasgo espontáneo y temperamental del artista en el acto mismo de su creación, en un procedimiento que seduce al Romanticismo, impregnándose de su pasional aroma. Y es que la invención de la litografía introduce dos novedades fundamentales para el desarrollo del cartelismo y, en consecuencia, para la evolución de todo el diseño gráfico del XIX.De una parte, el nuevo procedimiento permite la impresión a varios colores con mayor facilidad que la tipografía, puesto que en la elaboración del molde la economía de tiempo es verdaderamente desproporcionada. De otra parte, la lisa piedra caliza (y algo más tarde la plancha de zinc) que se emplea como molde otorga al artista la facultad de dibujar directa y libremente sobre ella, evitando así la insostenible dependencia contraída con los grabadores profesionales y estereotipados que se ocupaban de «traducir» al metal o a la madera los dibujos originales de otro artista, con unos resultados aproximativos casi siempre insatisfactorios.A la estela de la vieja Europa, el nuevo continente veía como el puritanismo victoriano entraba en crisis. Un tal Charles Dana Gibson creó la llamada "Gibson Girl"; un nuevo arquetipo de mujer que inundó las revistas combinando decencia y picardía. Pero además de Gibson la tierra del tío Sam alumbró a otros dos iconos del glamour; Howard Chandler Christy y Harrison Fisher. Sus trabajos para la creciente industria de la publicidad siguieron "descubriendo" a la mujer, preparando el camino para las futuras pin-ups.Con la llegada del siglo XX el calendario ya era la forma de anuncio más extendida en EEUU (pin-up quiere decir "colgar en la pared") y en 1904 Angelo Asti dibujaba la primera "pretty girl" para "Brown & Bigelow" (el gigante de la edición de calendarios). La nueva ola seguía creciendo y ni la "Sociedad para la Supresión del Vicio de Nueva a York" podía pararla. En 1913 censuraron un desnudo de Paul Chabas, "September Morn", pero aún así la imagen siguió ilustrando miles de calendarios, cajas de bombones y postales.Con los maravillosos años '20 llegó la edad dorada de la ilustración. El Art Déco ensalzó el desnudo romántico, la nueva industria del cine encendió el apetito del público por las revistas de héroes del celuloide y los editores, liberados de viejos tabúes, se peleaban por los mejores artistas. Asimismo, el crecimiento de la economía vino a colocar a los carteles de publicidad en una esfera de gran importancia, de esta época son los clásicos carteles de la Coca Cola, las revistas para adultos, los licores, las verdaderas obras maestras de Vargas, Armstrong, Mozert, Buell y Elvgren para cine, revistas y anuncios varios, etc.Desde ese entonces hasta ahora, el cartel producido en serie ha circulado por distintos ámbitos. Después de transcurrido un siglo esta forma de expresión masiva fue reconocida como una forma de arte vivo.Otros aportes al desarrollo del afiche, provinieron en las primeras décadas del siglo XX del avance de la fotografía. Es así como aparece René Ahrlé, a quien se atribuye el uso sistemático por primera vez, de la fotografía en la publicidad europea.El impulso pedagógico e intelectual que supuso la Bauhaus para la moderna historia de la arquitectura, el diseño industrial y el diseño gráfico conceden a esta mítica institución el pleno derecho a reconocerle una de las mayores responsabilidades en el generalizado proceso de homologación profesional que en la década de los años veinte va a sufrir el diseño gráfico de carácter comercial y publicitario.Esta sintomática actitud comparte también un principio sugerido por escuelas como la Arts & Crafts inglesa e impulsado por el Werkbund alemán; es decir, el que trata de lograr una síntesis orgánica entre las dos formas básicas de la comunicación visual impresa de carácter comercial: el texto (la tipografía) y la imagen (la ilustración). De entre los primeros en compatibilizar armónicamente en un solo personaje ambas cualidades modernas (la cartelística y la tipográfica), sobresalen Lucian Bernhard y Peter Behrens, dando forma no sólo a la futura figura profesional del diseñador gráfico integral, sino también a la caracterización de su gestión como técnico en la elaboración de imágenes de identidad corporativa.Después de la enorme influencia ejercida por el cartelismo francés (y en menor grado el inglés) durante los primeros años del nuevo siglo, en su importante cometido en la implantación del estilo modernista, es ahora Alemania la que desde Berlín y Munich marca el pulso característico del cartel moderno. Zietara y Hohlwein son los principales exponentes de un aspecto rutilante en los carteles propagandísticos.Estados Unidos por su parte se nutre de este cambio en la visión de la propaganda a través de los inmigrantes. Por ejemplo, Francis Barraud, es el autor de la famosa y universal imagen del perro Nipper escuchando atentamente un gramófono de la época (uno de los primeros modelos que sustituyen al cilindo grabado por el disco) que sirve todavía de imagen de marca de la RCA Victor.En su acepción tal vez más pura del diseño gráfico destacaremos, para concluir, la labor precisa, competente y sólida del ilustrador Charles Ricketts y la de los cartelistas Beggarstaff Brothers (nombre comercial de William Nicholson y James Pryde), J. W. Simpson y el «cheretiano» Tom Dudley Hardy: Los escasos carteles firmados por los Beggarstaff Brothers constituyen, todos, plenos aciertos que hay que situar en una línea singular del Modernismo cuya evolución empalma con el estilo de los grandes cartelistas alemanes Ludwig Hohlwein y Lucian Bernhard. La economía de medios expresivos y ornamentales, la reducción de forma y color a la función de mancha y la siempre sorprendente composición de los elementos, otorgan a William Nicholson y James Pryde una de las paternidades del cartel moderno, entendido como medio de comunicación de comprensión inmediata, escueto y atractivo al mismo tiempo. Eso al margen de su particular metodología de trabajo que les llevó a un fracaso comercial estrepitoso: los Beggarstaff Brothers solían diseñar un cartel sin que mediara encargo previo alguno y, una vez terminado, iban a ofrecerlo al industrial o promotor que elegían, por si alegre o casualmente le gustaba y lo adquiría.Gran parte de estos contenidos puede hallarse en el texto "El diseño gráfico, desde los orígenes hasta nuestros días", por Enric Satué.

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